Cuando las lágrimas te invaden y sentís que es inevitable
contener el llanto, piensas que la melancolía ahora es tu compañera.
Pero ya no
son lagrimas de dolor, ahora son lagrimas de soledad con tintes de tristezas al
son de querer justificar cada una de ellas.
Deseas salir de ese abismo al cual ahora te ves involucrado.
Inmerso en una marea que apabullas con el suave sigilo de tus pasos al caminar.
Comprender
que el tiempo se refleja en la mirada.
Ahora la luz deja entrever su esencia sin ocultar su
verdad.
La realidad supera a la ficción dirían,
pero es así, tan suave como la brisa o tan lúcido como el sol por las mañanas o
tan espectral a tus ojos . Pasas los días midiendo al tiempo, contando las
horas para volver a verlo. Una especie de ironía estacional al compás de un
bolero que ahora suena e inevitablemente me recuerda aquellas tardes de mates en la vereda.
Es sin dudas un poeta a quien ella ahora contempla y anhela, desde
sus palabras que engalanan hasta esa infinita misericordia que se traslucen en paz; colmando al alma de tulipanes y aromas de hogar.